Lo misterioso nos fascina, lo místico, lo oculto, lo invisible. Nos llama, y no podemos evitar asombrarnos y preguntarnos qué hay detrás.
Es propio de la naturaleza del cerebro rellenar huecos. Si no ves algo, el cerebro lo rellena por ti. Cuando ves una taza con un mango saliendo de ella, el cerebro rellena y te dice que es una cuchara, lo hacemos continuamente, con objetos, e incluso con personas, y generalmente lo hacemos muy bien.
¿Pero qué pasa cuando no sabemos rellenar? ¿Qué pasa cuando no podemos adivinar qué hay debajo?, entonces inventamos, y una foto gris, con unas manchitas oscuras, se convierte es un paisaje fantástico y misterioso. No sabemos qué oculta la niebla, por eso podemos imaginar lo que queramos, podemos rellenar con todo lo que se nos ocurra, o con nada, podemos imaginar que bajo la niebla no hay nada, solo un abismo, un vacío, podemos imaginar que lo que vemos flota por encima de las nubes, podemos imaginar que un barco fantasma navega por entre la niebla, podemos imaginar que el faro está en una isla que se separa de la costa para navegar por su cuenta.
O podemos quejarnos, por que el día que vamos al mirador a dar un paseo hay niebla y no se ve nada, volver a casa y pensar que hemos perdido cantidad de tiempo en un viaje para ver el paisaje, y que al final no hemos visto nada, cuando en realidad podríamos haberlo visto todo.... todo lo que está ahí, y todo lo que no está, podríamos haber visto el paisaje que hubiésemos querido, por que la niebla que nos impide ver, es la que nos permite imaginar.
4 de octubre de 2007
Las cosas que no se ven.
Publicado por Iván Núñez a las 10/04/2007 10:43:00 a. m. 1 comentarios
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